A la fresquita mañana del viernes 15 le costaba un poco despejar. ¡Claro, como a nosotros! Y es que, cuando el grupo partió en autobús desde el Shanti hacia Artikutza, junto con dos coches de asociados, era hora temprana para jubilados y algunos tampoco nos habíamos despejado del todo.
Tanto le costó quedar libre de niebla que, después de Oyarzun y ya subiendo a Bianditz (711m), hubo tramos en el que la visibilidad era bastante reducida.Pero llegamos a Artikutza sin novedad, si bien unos cuantos acusamos las muchas curvas de la carretera.
E iniciamos la marcha a pie por la ruta que bordea el embalse.
La coorganizadora de nuestras salidas culturales me señala el embalse al divisarlo antes que yo. Embalse del que no debemos olvidar que se construyó para abastecer de agua a Donostia, aunque hoy en día se utilice sólo como reserva. Cuando bebas agua, recuerda la fuente.
Es un bosque magnífico con gran cantidad de árboles, en el que se ve el cuidado que pone el Ayuntamiento de San Sebastian para su buena conservación en todo momento. Imagino que este parque, por su colorido, tiene que estar impresionante en otoño.
Es un bosque magnífico con gran cantidad de árboles, en el que se ve el cuidado que pone el Ayuntamiento de San Sebastian para su buena conservación en todo momento. Imagino que este parque, por su colorido, tiene que estar impresionante en otoño.
Habíamos caminado alrededor del embalse y, cercanos ya al pueblo de Artikutza, disfrutamos de este panorama.
Nuestro hamaiketako lo tomamos en el área de descanso, preparada con mesas y bancos para ese “menester”. Al fondo, la ermita de San Agustín.
Después de reforzarnos “energéticamente”, de nuevo nos pusimos en marcha y llegamos hasta este puente sobre el riachuelo, cuyas aguas nos dejaron oir su murmullo durante este trayecto.
El recorrido de vuelta lo hicimos por el mismo camino. Y llegamos al centro del pueblo de Artikutza en donde nos esperaba el autobús que nos había de traer a San Sebastian.
El recorrido de vuelta lo hicimos por el mismo camino. Y llegamos al centro del pueblo de Artikutza en donde nos esperaba el autobús que nos había de traer a San Sebastian.
Este bello paisaje, del que gozamos bajando hacia Oyartzun, no lo habíamos podido ver a la subida a causa de la niebla. Ahora estaba despejado y lucía el sol.
El monte que siempre busco en nuestras salidas es Peñas de Aya, cuyo perfil se reconoce fácilmente incluso a gran distancia. Aquí las tuvimos muy cerca y disfrutamos de ellas contemplándolas desde varios puntos mientras descendíamos. Si alguien escribiera mi biografía, podría ponerle el título de “La enamorada de las Peñas de Aya”, emulando al de la novela El enamorado de la Osa Mayor, de Sergiusz Piasecki
Y llegamos a Donosti. Habíamos tenido un tiempo estupendo y temperatura idónea para caminar, así que estábamos contentos y alegres.
El grupo que se dirigía a pie al centro de la ciudad nos despidió a las que nos desviábamos hacia Gros, ¡buen barrio!, con un animoso ¡Aúpa la Real!, que yo recogí y lo “transmití” el domingo 17 en Anoeta a nuestros chicos.
Y… ¡SIRVIÓ! ¡SIRVIÓ! De ahí el resultado: 2 – 1.
Y llegamos a Donosti. Habíamos tenido un tiempo estupendo y temperatura idónea para caminar, así que estábamos contentos y alegres.
El grupo que se dirigía a pie al centro de la ciudad nos despidió a las que nos desviábamos hacia Gros, ¡buen barrio!, con un animoso ¡Aúpa la Real!, que yo recogí y lo “transmití” el domingo 17 en Anoeta a nuestros chicos.
Y… ¡SIRVIÓ! ¡SIRVIÓ! De ahí el resultado: 2 – 1.
Txuri urdin txuri urdin maitea
Txuri urdin txuri urdin aurrera
Beti beti maite maitea maitea
Donostia donostiarra.
Txuri urdin txuri urdin aurrera
Beti beti maite maitea maitea
Donostia donostiarra.
C.Y.