martes, 24 de enero de 2012

SENDERISMO. Igeldo - Usurbil

La participación en la salida del día 13 de Enero, primera del año, fue la más numerosa que yo recuerdo.
Pero no estábamos todas. Y me refiero, tanto a las “diplomadas” de la promoción de la Escuela del 2009 que al final del curso nos “bautizamos”  en senderismo teniendo como madrina a esa amiga nuestra azkoitiarra, como a compañeras de H.H.
Eché en falta a Raquel, en malos momentos por la enfermedad y posterior fallecimiento de su marido. Que sepas que todos te echamos en falta, Raquel, y que queremos verte pronto en el grupo.
Y, al pasar lista, anoté a otras que no pudieron venir por “averías” respiratorias de temporada, o por pequeños fallos en el funcionamiento de su esqueleto. ¡Ánimo, Carmen G., Charo, Juli, Paloma!

Pili no vino. ¿Sabes que tienes tu sitio reservado y que los senderistas te esperamos?
Tampoco vi a alguna de las habituales y que, según me dijeron, hace tiempo que no viene; a ésta le puse falta. ¿Puedes justificar tu ausencia, Karmele?


Se cultivaban nuestras relaciones con los compañeros, al mismo tiempo que disfrutábamos con la vista de un bravo Cantábrico.
 

Gracias a que las nubes estaban altas, el paisaje que pudimos contemplar durante el recorrido era magnífico.


En primer plano un espectador de lujo que también contemplaba el paisaje. Y más al fondo se alcanza a distinguir la bahía de la Concha.
Llegamos sin novedad a Usúrbil y nos dirigimos al hogar del jubilado -espléndidas instalaciones- a tomar el acostumbrado pincho.
Allí finalizaba el recorrido “oficial”, pero un pequeño grupo prolongamos la marcha hasta Lasarte.


 (Foto cedida por Kontxi González)
Al pasar por Zubieta vimos que una cigüeña se acercó al sendero por el que marchábamos y nos miró atentamente. Quizá, al  observar nuestro ágil caminar, creyó que eran mozuelas y mozuelos los que por allí pasaban y pensó dejarnos algún “regalito traído de París”.  (La foto recoge el momento en que se dio la media vuelta al percatarse de que éramos jubilosos jubilados).
El día estuvo nublado y la temperatura fue agradable para pasear.  La jornada había transcurrido de forma tranquila, entre mar y monte, y el personal llegó al final del recorrido con sonrisa. 
 
Una sonrisa no cuesta nada pero vale mucho
No empobrece a quien la da y enriquece a quien la recibe.
Dura solo un instante y perdura en el recuerdo eternamente.
Es la señal externa de la amistad profunda.
Nadie hay tan rico que pueda vivir sin ella y nadie tan pobre que no la merezca.
Una sonrisa alivia el cansancio, renueva las fuerzas y es consuelo en la tristeza.
Una sonrisa tiene valor desde el momento en que se da.
Si crees que a ti la sonrisa no te aporta nada, sé generoso y da una de las tuyas, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como quien no sabe sonreir.

(Mahatma Gandhi)

C.Y.