sábado, 23 de abril de 2011

SENDERISMO. Por Artikutza

A la fresquita mañana del viernes 15 le costaba un poco despejar. ¡Claro, como a nosotros! Y es que, cuando el grupo partió en autobús desde el Shanti hacia Artikutza, junto con dos coches de asociados, era hora temprana para jubilados y algunos tampoco nos habíamos despejado del todo.
Tanto le costó quedar libre de niebla que, después de Oyarzun y ya subiendo a Bianditz (711m), hubo tramos en el que la visibilidad era bastante reducida.
Pero llegamos a Artikutza sin novedad, si bien unos cuantos acusamos las muchas curvas de la carretera.
E iniciamos la marcha a pie por la ruta que bordea el embalse.

La coorganizadora de nuestras salidas culturales me señala el embalse al divisarlo antes que yo. Embalse del que no debemos olvidar que se construyó para abastecer de agua a Donostia, aunque hoy en día se utilice sólo como reserva. Cuando bebas agua, recuerda la fuente.


Es un bosque magnífico con gran cantidad de árboles, en el que se ve el cuidado que pone el Ayuntamiento de San Sebastian para su buena conservación en todo momento. Imagino que este parque, por su colorido, tiene que estar impresionante en otoño.






Habíamos caminado alrededor del embalse y, cercanos ya al pueblo de Artikutza, disfrutamos de este panorama.








Nuestro hamaiketako lo tomamos en el área de descanso, preparada con mesas y bancos para ese “menester”. Al fondo, la ermita de San Agustín.







Después de reforzarnos “energéticamente”, de nuevo nos pusimos en marcha y llegamos hasta este puente sobre el riachuelo, cuyas aguas nos dejaron oir su murmullo durante este trayecto.
El recorrido de vuelta lo hicimos por el mismo camino. Y llegamos al centro del pueblo de Artikutza en donde nos esperaba el autobús que nos había de traer a San Sebastian.


Este bello paisaje, del que gozamos bajando hacia Oyartzun, no lo habíamos podido ver a la subida a causa de la niebla. Ahora estaba despejado y lucía el sol.
El monte que siempre busco en nuestras salidas es Peñas de Aya, cuyo perfil se reconoce fácilmente incluso a gran distancia. Aquí las tuvimos muy cerca y disfrutamos de ellas contemplándolas desde varios puntos mientras descendíamos. Si alguien escribiera mi biografía, podría ponerle el título de “La enamorada de las Peñas de Aya”, emulando al de la novela El enamorado de la Osa Mayor, de Sergiusz Piasecki
Y llegamos a Donosti. Habíamos tenido un tiempo estupendo y temperatura idónea para caminar, así que estábamos contentos y alegres.
El grupo que se dirigía a pie al centro de la ciudad nos despidió a las que nos desviábamos hacia Gros, ¡buen barrio!, con un animoso ¡Aúpa la Real!, que yo recogí y lo “transmití” el domingo 17 en Anoeta a nuestros chicos.
Y… ¡SIRVIÓ! ¡SIRVIÓ! De ahí el resultado: 2 – 1.

Txuri urdin txuri urdin maitea
Txuri urdin txuri urdin aurrera
Beti beti maite maitea maitea
Donostia donostiarra.

C.Y.

sábado, 16 de abril de 2011

SENDERISMO. A Aginaga

Cuando de cría estudié las estaciones del año, aprendí que la primavera era la época templada del año, que en el hemisferio boreal corresponde a los meses de marzo, abril y mayo, y en el austral a los de septiembre, octubre y noviembre.
Pues bien, el viernes 8 de abril fue un día cuya temperatura podría considerarse, sin temor a exagerar, de época cálida. El tiempo era espléndido y, desde luego, no había necesidad de llevar chubasquero en nuestras mochilas "por si acaso".


Iniciamos la marcha desde el camping de Igueldo y, al poco, los árboles ya nos hicieron el primer arco de honor al numeroso grupo de senderistas.




Pero… es primavera, y así de floridos vimos estos árboles que adornaban el camino por el que marchábamos hacia Aginaga.


No, no es un espejismo. A pesar de que la verja nos lo dificulta, vemos que es una quilla de embarcación, situada cerca de un cruce de caminos.


Este grupo de senderistas tiene fuerza. Lo digo porque, después de atravesar el angulero río Oria y a pesar de que el sol lucía potente a esa hora (mediodía), subimos hasta la ermita de San Esteban, de Usúrbil. No entré en su interior y no lo vi, pero sé que hay un hueco en el que la gente introduce la cabeza para eliminar los dolores de la misma.
Nosotros, para quitarnos los males que pudiéramos tener ese día, hicimos los que tenemos por costumbre: tomar nuestro tentempié. Y es que sabemos que Con pan y vino se anda el camino. Claro que, previamente, habíamos bebido considerable cantidad de agua porque la temperatura era alta.
Cumplido el programa, emprendimos la vuelta a casa utilizando el transporte que nos convenía.
Ya faltaba menos para la siguiente salida.

C.Y.

sábado, 9 de abril de 2011

SENDERISMO. A Txoritokieta

Decíamos ayer… que cuánto disfrutamos en nuestras salidas semanales viendo tan bellos lugares de esta querida tierra.
Y tuvimos motivo para repetirlo el viernes, día 1 de abril, al llegar al alto del monte Txoritokieta y contemplar el panorama que se extendía a nuestros pies. Hasta se alcanzaba a ver Donosti; a vista de pájaro, sí, pero la divisábamos con claridad. Incluso me pareció ver que Santa Clara (nuestra pequeña isla) saludaba a los senderistas de Helduen Hitza.
Habíamos salido de la casa Cultural de Okendo y, por Intxaurrondo y bordeando un tramo del parque de Ametzgaña, fuimos hasta Garbera en donde se completó el grupo, bastante numeroso por cierto, que había de llegar al fuerte.


Dejando atrás Cuatrovientos (Lau Haizeta), nos encontramos en un precioso entorno rural: caseríos, rebaños, etc. Hasta un antiguo apero de labranza daba ese color al lugar.
Luego ascendimos, ¡uffffff!, a través de un estrecho camino que finalizaba en la carretera de subida a la cima del Txoritokieta. Pero los animosos senderistas, a pesar del esfuerzo –pequeño para unos, considerable para otros-, decidimos llegar a lo alto del monte. Allí arriba tuvimos la compensación: unas maravillosas vistas de Donostialdea. Nuestro esfuerzo fue premiado.


-¿Ya ves qué preciosidad?- parece que me pregunta la fotógrafa oficial del grupo. Y es que lo que veíamos era maravilloso. Eso sí, para poder verlo, tuvimos que limpiarnos la cara, porque nos sudaban hasta las pestañas. El día era primaveral y, a medida que íbamos acercándonos a la meta, la temperatura, al igual que nosotros, iba subiendo.


En el descenso alguien entonó esa frase de la canción del gitanillo que dice: ,,,”En vez de la cuesta arriba-a-a, prefiero la cuesta abajo-o-o...”
Camino hacia Zamalbide, en donde teníamos previsto tomar el tentempié, también vimos el fuerte de San Marcos y, siempre al frente, las Peñas de Aya.
El aperitivo a la sombra fue un regalito que nos hicimos ese día.
Y fresquitos y alegres por el paseo llegamos a Rentería, donde cada uno tomó el medio de transporte que le convenía para dirigirse a su casa.
El día estaba claro, el cielo azul, la Naturaleza nos había obsequiado con una paisaje magnífico y estuvimos disfrutamos de todo ello.
Deduzco que, ayer, hoy y siempre seguiremos diciendo lo mucho que gozamos en nuestras caminatas de senderismo.

C.Y.